Por: Jorge Wilson Izquierdo
Primitivamente aquí se veneró a la Luna, estrellas, serpiente, cerros, puquios, lagunas, al puma andino junto a otras creencias sobrenaturales, erigiendo ambientes para el culto, hasta que la invasión incaica impuso al Sol como dios del Imperio. La hacienda Chilindrín, veneraba como patrona a la Inmaculada Concepción, cuyo templo fue modificado en su frontispicio, hasta hoy existe en la cuarta cuada del Jr. Dos de Mayo.
En 1802, el rey Carlos IV expidió la real cédula en que a la Nueva Población de Celendín, autorizaba, entre otras cosas, la advocación como patrona a la Virgen del Carmen, por gozar de su propia tradición, quedando solamente para ferias locales las de San Carlos y San Luis que hasta entonces se veneraba y cuyas iniciales (C-L), aparecen en el escudo heráldico de Cajamarca.
Para que la Virgen del Carmen asuma tal categoría, obedeció a la tradición que aparece en “El folklore literario de Cajamarca” (1976), de Luis Iberico Mas, como que en 1793 una atroz sequía causaba estragos y miseria en el hombre, animales y plantas. Y recordaron que la Virgen del Monte Carmelo, sacando agua del mar, hizo llover sobre Israel cuando sufrió lo mismo en tiempo del profeta Elías. Entonces con una misa en el cerro Taytaruna (padre de piedra, hoy Padrerume), la gente suplicó el mismo milagro con aguas del cercano río Marañón, y emergiendo una nubecilla se elevó creciendo e hizo llover un 16 de julio, salvando de la extinción. Se hizo con una imagen, obsequiada por una familia celendina. Y, a partir de1795, ya con su templo propio, pasó a ser la Patrona que refrendó la real cédula mencionada.
Y es así que por 227 años se la venera con singulares programas por parte de instituciones, parroquia, municipalidades, comités de barrios y provincial, desarrollando la celebración juntamente con las de fiestas patrias (28 de julio) con embanderamiento general, desfile premilitar, expoferias, caballos de paso, bailes populares con bandas y orquestas de fuera, juegos mecánicos, motocros, asnocros, maratón, elección de la Flor del Edén como prototipo de la belleza femenina provincial, etc. Además, la antevíspera, misa de alba y víspera para la segunda misa del 29 de julio, otra procesión, corrida de toros, etc., que daban la nota jubilosa a la confraternidad amical, familiar y turística, más la concurrencia de ambulantes que complementaban en el marco festivo por el movimiento comercial. A los 8 días, tenía lugar la “octava”, en la que, con menos concurrencia se realizaba una misa con procesión solamente alrededor de la plaza de armas y volvía la imagen a su retablo hasta el próximo año.
Pero hay también un sector que no comparte todo esto: las sectas evangélicas o protestantes que discrepan en muchos sentidos por la presunta idolatría y ciertos excesos que exacerban. Y sobre todo esto, merece que la niñez, juventud y adultez, reflexionen para no perder terreno en la devoción y recuperar lo que se haya perdido.
Como hoy se atraviesa la peligrosa pandemia covid-19 en todo el mundo, muchas actividades serán suspendidas dado el estado de emergencia que prohíbe la concentración o aglomeración de personas, por lo que tendrán otro cariz todos los actos de fe. Y como ha ocurrido en otras provincias y en Sucre, tampoco aquí habrá feria taurina que se estaba proponiendo con otra modalidad. STOP.
[Artículo publicado en la Revista Oígaste N° 004 – Edición julio 2020]