Por: José Ángel Escalante del Águila.

Todo es mío…

Empezaré diciendo que, todo es mío

tu corazón, aquel noble y sincero corazón

aquel que llora y calla. Llora como un niño

sin contenerse, cuando no es comprendido

y tampoco cuando no es atendido,

y calla como un viejo amigo, de todos los pesares

y desamores que sabe, sabe callar;

para que nuestro retraimiento sea menos doloroso

Todo es mío…

Tus ojos son míos, aquellos espejos

donde mi esperanza se mira con derecho a una felicidad

y mi felicidad se contagia con el brillo

de esos ojos hermosos color de miel

Todo es mío…

Tu boca es mía, aquella que con embeleso beso

y apago una sonrisa tuya, para no dejar escapar

un suspiro de tu corazón enamorado

Todo es mío…

Tus brazos, tu cuerpo hermoso y cadencioso

aquel que baila al son de una canción,

con el trino de las aves, una tarde cansada

que va camino a desvanecerse, en la soledad de la noche

que llega callada y desordenada, con luces de estrellas

y una luna opaca y pálida

Todo es mío…

Fíjate, todo es mío, tus sueños, tu esperanza

tus caídas y levantadas, tus triunfos y alegrías

Todo es mío…

también tu soledad, aquella que alguna vez

fue nuestra compañía. ¿te acuerdas dónde fue?

Todo es mío…

Aquella promesa, que algún día tendrá que llegar

cargada de felicidad y de amor

Todo es mío…

Tu reminiscencia, que lo tengo presente

a cada instante de mi vida, aunque es demasiado enojoso

aquel, que nos hizo llorar alguna vez, aquella noche

sin estrellas y acompañado de un viento trasnochado

que acariciaba suavemente un embelesado recuerdo

de un día ya pasado, hace mucho tiempo

Todo es mío…

Ojalá no te arrepientas de aquellos besos y abrazos

de un pasado hermoso, que nunca se perderá

tampoco callará, pero te digo que todo es mío

aunque yo tenga que decirlo.

[Artículo publicado en la Revista Oígaste N° 007 – Edición Julio 2021]

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