Si enseñamos a los estudiantes de hoy como enseñamos a los de ayer, les robamos el mañana. (John-Dewey)

Por: Claudia Rosa Vera Chávez.

Alumna de la EESPP “Arístides Merino Merino”

Frente a la coyuntura y con muchas restricciones, que trajo esta devastadora enfermedad, decretaron aislamiento domiciliario obligatorio y una ineludible suspensión de clases presenciales que nos obligó a salir de todos los paradigmas previstos.

La educación “remota” se presenta como la alternativa que mejor puede adaptarse a las medidas preventivas de confinamiento decretadas por el gobierno, esto porque abre posibilidades de aprendizaje desde casa; pero el gran dilema es si ¿todos están en condiciones de acceder a ella? y ¿cuán efectiva es esta modalidad?

Nuestro salón tradicional de clases es un potencial foco de contagio, por esta razón, las medidas preventivas contra la transmisión del virus han incluido siempre, entre sus primeras acciones, la suspensión de clases presenciales en todos los niveles. Es posible que una de las últimas actividades que se vuelva a permitir sea congregar nuevamente a nuestros estudiantes en un aula para participar de clase. Por esto, durante esta caótica situación tendremos a millones de personas enfrentándose a un nuevo modo de enseñar y aprender.

Son muchos los sectores que poco a poco, teniendo en cuenta las recomendaciones de aislamiento social, comienzan a brindar soluciones y a sumar desde su lugar. Uno de los sectores que ha tenido que responder con urgencia a esta situación de crisis, es el de educación.

Maestros, estudiantes y el equipo administrativo que da soporte a sus actividades, han comunicado que la formación no se detiene, que el aprendizaje no se posterga; por ello, en un esfuerzo titánico, han implementado estrategias de educación virtual en tan solo unas semanas. Es bien sabido que existen aspectos de la formación personal que será muy difícil trasladar a la modalidad “online”; sin embargo, es imperativo en este contexto migrar a una educación no presencial.

Si bien es cierto, la educación remota es la única alternativa que tenemos debido a la pandemia, en muchos de los casos no puedo decir que sea realmente eficiente; entonces qué hacer con aquellas personas que lamentablemente no tienen las herramientas básicas para acceder y recibir la educación que debe ser impartida de manera igualitaria. Ante esta situación, se presentan también una serie de aspectos que involucra directamente a esta nueva modalidad de estudio; en primera instancia, la disponibilidad de herramientas básicas para percibir la educación, la fortaleza mental y emocional que exige la situación, la conectividad o velocidad de internet, en fin, esto solo resulta en un dominó de enigmas sin resolver.

En este contexto, el estudiante y docente utilizan muchos de los recursos que brinda el entorno digital para acceder a información valiosa y realizar actividades que le permitan afianzar el conocimiento y desarrollar competencias.

En la educación virtual el rol del docente contempla la planificación y el acompañamiento en el proceso de aprendizaje del estudiante, para garantizar que se cumplan los objetivos de la asignatura; en tal sentido, el docente ha de ser capaz de facilitar y favorecer el uso de ecosistemas y medios en el que se desenvuelve el alumno, como las redes sociales y los entornos colaborativos digitales. Aprovechar estas plataformas interactivas y las actividades en red con una finalidad educativa, puede ser una estrategia muy acertada si se sabe manejar; aun así, hay muchos “novatos digitales”; no todos se encuentran en las condiciones para un manejo adecuado.

Al respecto, se recomienda disponer en casa de un espacio propio, intentando que no haya muchas interrupciones o ruido, que esté bien iluminado y disponga de las cosas que necesitaremos a diario. En la medida de lo posible debemos emplear herramientas tecnológicas que hagan más efectiva nuestra gestión; aunque, en la realidad muchos hogares solo cuentan con un único ordenador y los integrantes son muchos; es ahí en donde inicia una batalla por quién recibirá la clase y quién se la perderá, quién podrá trabajar ese día y quién no.

Reitero, esto es un dominó de situaciones que nos envuelven. Somos conscientes de la desatención que existe en nuestro país por parte del gobierno hacia el sector educativo, que debe ser primordial, porque es cierto que la educación es el único camino para abrir puertas al surgimiento; pero, cómo poder hacerlo si hasta ahora destinamos lo mínimo para ello. Era fundamental capacitar a alumnos y docentes en el manejo de las plataformas virtuales desde el inicio y no sobre la marcha, esto nos hubiese permitido disponer de más tiempo para actividades académicas y no entretenernos buscando soluciones a inconvenientes técnicos.

Tenemos un gran desafío. El uso de las plataformas virtuales existentes en el mercado está creciendo exponencialmente. Las instituciones educativas tendrán que adaptarse a esta modalidad. Tendrán que avanzar en crear propuestas de educación digital.

La implementación de la modalidad de educación a distancia es un proceso complejo, que requiere trazar los objetivos de aprendizaje que los docentes habían pensado anteriormente para la modalidad presencial. Para ello, es necesario un plan de acción acorde a la contingencia, conscientes de que esta transición “online” no solo cubrirá la temporada de emergencia, sino que se integrará a la forma de enseñanza tradicional.

El análisis y la puesta a prueba de los nuevos objetivos dotarán a los docentes de experiencia en estas nuevas modalidades de enseñanza; el rol de los educadores en este momento es fundamental.

Por último, Es importante agradecer a todos los maestros y estudiantes que están demostrando en estos días su fortaleza y resiliencia, son los tiempos difíciles los que pondrán a prueba el carácter y aquello de lo que estamos hechos.

He sido testigo de que contamos con eminencias de la educación, docentes con vocación clara de servicio, que no han escatimado en robar horas al día para capacitarse y poder brindar la mejor educación a sus estudiantes; análogamente, he observado a estudiantes de primera, quienes no solo han tomado un rol activo para informar y transmitir un mensaje de civismo y solidaridad en estos tiempos, sino que han entendido que el valor de cualquier institución educativa reside en sus miembros y en su compromiso con ser mejores personas, cada vez mejor formadas y preparadas para afrontar los retos del futuro.

Por eso y ante estos tiempos de restricciones, tristeza y duelo, mantengámonos erguidos con la esperanza de un buen porvenir y recordemos aquella frase de José Antonio Encinas que sentencia que: “La Educación es el único camino para ver hombres grandes en pueblos venturosos”.

[Artículo publicado en la Revista Oígaste N° 007 – Edición Julio 2021]

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