Escribe: Dr. Agustín Pablo Hoyos Salcedo.

Es muy curioso que la nación peruana tenga más de doscientos años de edad “republicana”, con decenas de universidades “funcionando”, asimismo con cientos de institutos, miles de instituciones educativas de  inicial, primaria y secundaria y cientos de educación superior, con millones de estudiantes asistiendo a las “aulas” de clases, hoy convertidas en “jaulas” de  “clases”, donde escuchan las peroratas de miles de profesores, o  también con la trasmisión del cuento “Aprendo en casa”, porque a miles de ellos nunca llegó por desconexión; con  millones de padres y madres de familia trabajando para “educar” a sus hijos, la mayoría de ellos realizando enormes esfuerzos; sin embargo, la lucha continúa por la educación, con esperanzas de que las generaciones jóvenes cambien y algún día la triste realidad mejore; pero, ¿cuáles son los frutos sociales, culturales, económicos y políticos cosechados, en los 33 millones de peruanos? La observable realidad histórica que se ha vivido y que seguimos pasando, es muy grave y pésima, agudizada por esta maldita pandemia que está haciendo tabla rasa de la vida, que hace remecer la capacidad de cerebros humanos y electrónicos, poniendo en tela de juicio, con desconfianza generalizada, los enormes avances científicos y tecnológicos de la humanidad.

El Perú, siendo un país privilegiado por nuestro Ser Supremo y por la naturaleza, al habernos dado muchos recursos como: diversidad de climas, recursos minerales, biodiversidad, abundante agua para desarrollar una extraordinaria agricultura y ganadería, bastante recurso pesquero en ríos, lagos y en un extenso mar, enormes fuentes turísticas, grandes extensiones de terreno fértil, variadísimas especies de animales, plantas y minerales, etc.; lo único que le falta es talento humano con honradez, responsabilidad y transparencia, pues con más de 144 universidades peruanas hasta ahora no se ha podido formar profesionales de alta calidad -salvo honrosas excepciones- que nos permita convertir toda esta inmensa, variada y bendita riqueza, en bienes y servicios para satisfacer las múltiples necesidades de los peruanos y dejar atrás las condiciones miserables de calidad de vida, pordioseros y méndigos en el mundo.

Bajo estos considerandos es importante analizar, criticar y reflexionar, sobre las causas que originan estas desgracias desesperantes y que van produciendo tristeza, dolor, miseria, abuso, desgracia, humillación, resentimiento, incertidumbre, desconfianza. Estos lamentables resultados que nos han tocado soportar, vivir y sufrir, tienen causas principales y causas secundarias, que pueden ser directas o colaterales.

Entre algunas causas principales, consideramos:

  • La pésima administración histórica del poder en los ejes básicos del Estado: Ejecutivo, Legislativo y Judicial. El Ejecutivo con presidentes corruptos, ladrones, algunos encarcelados, procesados y otros suicidados. Los del Poder Legislativo causando daños,  haciendo prevalecer sus intereses personales y partidarios en base a la mal llamada democracia, centrada en buscar la mayoría de  votos y últimamente con las llamadas farsas “de confianza” y “de vacancia”, miserablemente que son compartidas, en la mayoría de las veces,  con el Ejecutivo; y, en la misma línea se tiene un Poder Judicial, menospreciado, emitiendo resoluciones, que son las más descaradas (salvo honrosas excepciones), caso “los hermanitos” y un sin número de ejemplos que destruyen la buena formación de la niñez y la juventud peruana.
  • La corrupción de autoridades en las diversas instituciones del Estado, tanto a nivel nacional, regional y local, haciendo la salvedad de raras excepciones, quienes se desesperan por llegar al  poder, desgarrándose, arañándose, pagando, narcotraficando, calumniando, mintiendo, adulando, mendigando, conchudeando, coimeando, por llegar a los cargos de la administración pública y también privada, para después  robar, coimear, corromper y ensuciar al Estado y otras organizaciones, buscando manchar el honor de personas dignas, con su barro sucio, donde están atollados y embarrados hasta la última célula de su organismo; y, después se dedican a justificar los forados económicos, las heridas sociales, psicológicas, causados con su actitud de ratas y coimeros miserables.
  • La falta de vergüenza de ladrones y corruptos que ostentan el poder, que, con los bolsillos llenos de robos y coimas, con la conciencia mal oliente, caminan por calles y plazas sin el menor asombro, constituyéndose en los mejores conchudos del país y del mundo.
  • La falta de un perfil adecuado para asumir un cargo público, donde se debe tener en cuenta la práctica de la ética y la moral, tener una imagen brillante y correcta ante su pueblo, ante los vecinos, ante su barrio, con meritocracia si es necesaria; la experiencia, las capacidades psicológicas, sociológicas, políticas y de habilidades personales, como el liderazgo, el emprendimiento, el empoderamiento, etc.
  • El pésimo sistema educativo, donde se busca negociar y enriquecerse con la educación, se viene confundiendo de extremo a extremo, el proceso de educar con el proceso de instruir; para diferenciar debemos comprender que el ser humano se educa cuando llega a una verdadera práctica de valores en la sociedad y se instruye cuando llega a la obediencia ciega y humillante de cumplir las órdenes sin duda ni murmuraciones. También es necesario precisar que se educa con el ejemplo. Los ejemplos negros y asquerosos que se dan en el país (no olvidar algunas excepciones), así como en mercados, calles, plazas, faldas, quebradas y cerros del Perú, destruyen la buena formación de la niñez y la juventud.
  • La destrucción del hogar, que según, la obra de Leon Trahtemberg “Educación para el III Milenio” más del 87% de los hogares peruanos están destartalados y no cumplen con la responsabilidad de educar y formar adecuadamente a sus hijos.   

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