Por Héctor Manuel Silva Rabanal
El maestro don Alfonso Toribio Peláez Bazán, nació en la ciudad de Celendín, el 8 de febrero de 1904. Hijo legítimo de don Eleuterio H. Peláez Portocarrero y de doña Celia Bazán Velásquez. Transcurrió su infancia en los fundos de su padre (Opaván, Chorobamba y Huanabamba), por cuyos lugares sentirá toda su vida un entrañable cariño.
Hizo sus estudios primarios en Celendín, los secundarios en Lima, en el Colegio «Nuestra Señora de Guadalupe» (1ero. y 5to.) y en el «San Ramón» de Cajamarca (2do.). A la edad de trece años interrumpiendo sus estudios, viaja por el centro y sur del Perú con el negocio de sombreros, en compañía de un pariente suyo. Terminados sus estudios secundarios, se dedica al periodismo en la ciudad de Chiclayo, en el diario “El País».
Poco tiempo después se dejó vencer por la atracción de sus tierras y allí trató de hacerse agricultor, sin conseguirlo. Luego probó con el comercio, con menos posibilidades de obtener éxito.
Se caso con doña Blanca Pérez Quevedo, volviendo al periodismo en la ciudad de Cajamarca, trabajando en el diario «El Perú» de don Nazario Chávez Aliaga. El periodismo parecía ser su destino, pero ocurre que, a veces, las circunstancias son más poderosas que el propio destino. Acontecimientos políticos de entonces lo sacaron de su favorita actividad. De nuevo en su tierra natal, llega a formar parte del personal docente que fundó y dirigió el Colegio “Celendín», alejándose de él después de cuatro años a causa de un infortunado suceso: no tenía título pedagógico, hecho que le inspiró una obra (S.T.). Cuando aquel se convierte en Colegio Nacional, el año 1942 reingresa a la docencia, teniendo a su cargo la asignatura de Castellano y Literatura hasta el año de 1962, en que se aparta definitivamente del magisterio y se dedica a la edición de algunos de sus libros.
Luego se traslada a Lima donde permanece dos años dedicándose al periodismo (escribe en los diarios «Última Hora», «El Comercio, La «United Express». Dio fama mundial a Celendín, transmitiendo noticias sobre hechos y cosas extraordinarias. Noticias que eran dramatizadas en las mejores radios difusoras del mundo. También fue colaborador de suplementos, publicando cuentos.
Ha desempeñado varios cargos públicos como: Subprefecto Provincial, director de la Beneficencia Pública, miembro de la Municipalidad, etc. Siendo estudiante en el Colegio Guadalupe tomó parte activa en un movimiento obrero estudiantil en mayo de 1923, dirigido por el entonces estudiante universitario Haya de la Torre. Dos años después estuvo en la Revolución de Chota, encabezada por Arturo Orores. Sufrió la persecución política por estos hechos. Y por supuesto la cárcel.
Sus últimos años los vivió en su tierra natal, donde lo veíamos ensimismado contemplando sus paisajes y la vida de sus pobladores, que luego los tradujo en sus escritos. Recibió numerosas congratulaciones, tanto por su producción literaria, como por su dedicación al progreso de Celendín.
Fue reconocido internacionalmente como escritor y por ello es un orgullo para nuestra tierra. La Municipalidad, presidida por el alcalde de entonces, Ing. Julio Sánchez Merino, le otorgó la Medalla de la Ciudad.
PRODUCCIÓN LITERARIA:
Es cuantiosa, algunas obras se han perdido porque las obsequiaba a sus amigos. Recordemos las principales:
- «Cuando recién se hace Santo» (tradición celendina).
- «Tierra Mía» (cuentos).
- «Espina de Maram» (cuentos).
- «Naticha» (cuentos).
- «Sinchi Huaquishahua» (leyenda celendina).
- «Sin Título» (conjunto misceláneo).
- «Reportaje en dos Dimensiones» (conjunto misceláneo).
- «Los Sobres» (cuentos).
- «Juan Manuel» (novela).
- «Canto Alegre» (cuento).
- «Luces en la Ruta» (novela), etc.
- Uno de sus cuentos «Querencia», dio la vuelta al mundo.
Al final de su vida editó un volante mensual llamado «Café al Paso» en el que analizaba los acontecimientos locales, nacionales e internacionales, con un estilo propio.
Después de una agitada vida al servicio de su pueblo que tanto amó y que lo llevó a la inmortalidad con sus obras llenas de enseñanzas morales y costumbristas, don Alfonso muere en esta ciudad un 05 de setiembre de 1995.
Celendín le debe un homenaje póstumo al inmortalizar su nombre en una calle, plaza y en forma especial la I.E. “Coronel Cortegana», ya que gracias a su influencia política con don Manuel Prado (Presidente de la República), consiguió junto con don Aureliano Rabanal Pereyra la nacionalización del Colegio con el nombre de «Javier Prado».
[Artículo publicado en la Revista Oígaste N° 09 – Edición Diciembre 2021]