Estaba el señor gallina,

haciéndose el palangana,

que tenía un lindo hotel

con mil estrellas y una sola cama.

Habló de pronto un patita

con su gañote de carnero,

que eran los millonarios y

dormían en un solo cuero.

Seguía el parloteo

de los Ayar Cachi y el nashaqueo,

cuando de pronto pasó

una burra con su carita de zorra,

que mirándolos con desprecio

dio un rebuzno certero.

La zorra muy lisonjera

tropezó con algo terrible,

no sé si era león o era wisha

salida de algún potrero.

La burra, que es muy osada,

golpeó con sus patas traseras

rodando a la pobre oveja

hasta la puerta del infierno,

salió el diablo Terrones

con su trinche carbonero,

marcándole para siempre

la huella de un cañacero.

¡Ay! estas cosas de mi tierra

de veras me hacen gozar,

aunque el chiclayo Linares

todavía no se ha salvao

de la mordida que le diera

el negro caimán en su mollera.

Hablando del chuquino caimán,

yasque está corto de vista,

pierde su mirada el bigote

pero su trompa le avisa.

Ustedes que han creído

que del gallo hervido me olvidao,

sabiendo que al pobre Juanito

como sapo casi lo ha dejao

al tratar de escapar

por el susto que se llevó

cuando la taco taco Albarrán

por estas calles cruzó.

Dejo aquí estos versos

que ya dieron más de un dolor de cabeza,

prometiéndoles fregar otro día

con las coshitas de nuestra tierra.

Autor: Gataroja

(Familia Silva Castañeda)

[Artículo publicado en la Revista Oígaste N° 10- Edición Julio 2022]

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí