LA LITERATURA ORIENTADA AL ANÁLISIS DE LA EXISTENCIA HUMANA
Escribe: Félix M. Aliaga Díaz (UNMSM)
“En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios.”
(La Biblia – Reina Valera Antigua: Juan 1:1)
“Lo esencial es la contingencia. Quiero decir que, por definición, la existencia no es la necesidad. Existir es estar ahí, simplemente; los existentes -leamos nosotros los entes- aparecen, se dejan encontrar; pero no se los puede nunca deducir (…)”.
(La Náusea – Jean Paul Sartre)
Era 1938, Barcelona era bombardeada en el marco de la Guerra Civil Española, el fascista Francisco Franco asumía el primer Gobierno español y Hitler se autoproclamaba comandante supremo de las fuerzas armadas alemanas. En el campo de las letras y la cultura -divina gracia y construcción de vida- George Orwell publicaba su obra Homenaje a Cataluña; nacían el poeta español de la generación del 50, Carlos Sahagún; el poeta chileno, Óscar Hahn, perteneciente a la generación literaria del 60; y en tierras peruanas, daba sus primeros sollozos el polígrafo Marco Aurelio Denegri; las letras enlutaban con la pérdida terrenal –sit tibi tierra levis– del gran vate, César Vallejo, un 15 de abril; perdida que se nos fuera menguada con el nacimiento de don Manuel Sánchez Aliaga, un 10 de julio, regalando a la eternidad, goce de nuestro pueblo, de las letras y la cultura, su exquisita obra teatral, narrativa, verso y enseñanza.
Hace una década, serpenteaban algunas briznas de humo de cigarrillo en un pequeño cuarto, ubicado a unas cuadras de la Universidad de San Marcos, cerca de la Av. Venezuela en la ciudad capitalina, cuando el escribidor de la presente recibía un delgado y significante libro, Resplandores en la Bruma, de color negro, cuya imagen en la portada entonaba con el ambiente, con el alma; en su página número 10, cautivaba el espíritu: “Ya me canso de estar, / de existir siempre, / de lavar mi alma, / de esta increíble rigidez corpórea / que me encierra. (…)”.
En 1870, surge en Francia un movimiento que revolucionaría la poesía, el Simbolismo, introduciendo el verso libre, desligándose los poetas de sujetarse a las normas de la métrica novelesca y del verso de la poesía clásica; movimiento que concibe -en palabras de Juana Montes- “la vida como misterio, y al hombre escindido entre los anhelos de una felicidad, belleza y perfección y el descenso a los infiernos de la existencia y los de la conciencia. El arte entonces, más que un reflejo de la realidad exterior debe serlo de esta otra, interior y más profunda. Más que retrato, canto, reflexión, POEMA”. Uno de sus célebres representantes, el poeta maldito -como se denominaría-, Paul Verlaine, infería que la poesía es una aprehensión del instante; expresión que resumía para el otrora joven universitario que fui, el poema Ansiedad. Pero el presente, como dijo Octavio Paz, supone un tiempo más basto, es una memoria y resurrección del pasado; además agregaría, una profecía. Esa armoniosa unión del presente es lo que logra aprehender la obra poética de Mime, hombre de muchas profesiones y vocaciones.
Admirado por el poemario que leí, no dudé en buscar al autor de existenciales versos, ávido de leer su obra completa, logré “platicar con el viento”, con el profesor; a una cuadra de la antigua vivienda familiar -a la cual regresaba religiosamente cada semestre durante las vacaciones de la universidad-, por el barrio San Isidro, en el jirón Grau, pude encontrar y reunirme con don Sánchez Aliaga. Tiempo atrás, en “Lima la Gris” o “La Bestia de un Millón de Cabezas”, como titularía un cuento, Enrique Congrains, pude escuchar a Bryce Echenique, uno de mis predilectos escritores peruanos, decir: “yo quería saber de dónde venía la bondad, y la bondad viene de Celendín”. Además de contar historias de su nana, mamá Rosa, personaje que tanto quiso y era celendina; preguntándole al respecto, añadió que él había visitado nuestro pueblo natal y que se había reunido con algunos amigos. Grande fue mi sorpresa cuando, reuniéndome con el profesor, trajo a colación que él había sido uno de los convocados a extraordinario encuentro; el mismo que posteriormente leí dar fe a otro participante de la misma, me refiero al escritor Alfredo Pita, en una de sus publicaciones.
Uno de los más grandes pensadores del S. XX es Jean Paul Sartre, filósofo, escritor, novelista, dramaturgo, exponente del existencialismo. Su principal postura es que el hombre está condenado a ser libre, y que la existencia humana es una existencia consciente. Sartre aboga por la idea de un escritor comprometido con su tiempo y quienes no lo hagan se ven tentados de la irresponsabilidad. En el ámbito literario destaca su obra La Náusea, egregia prédica de su filosofía, mediante su protagonista Antoine Roquentin, aborda temas como la muerte, la historia, el progreso, el automatismo. De tinte similar, es El extranjero (en francés, L’Étranger), obra que se podría traducir como El Extraño -de recomendada y amena lectura-, del filósofo y escritor Albert Camus, cuyo protagonista es el señor Meursault. Obras en conjunto que nos llevan a la filosofía de la existencia y del absurdo, personajes condenados y que sin embargo deben enfrentar tal condición fortaleciéndose; si bien nos dan a comprender que el cuerpo no necesita de razones para valorar la vida, esta es una cuestión de la consciencia.
Temas y personajes señalados que brotan e inspiraron la obra de Mime, como se puede advertir de la lectura de poemas como el de Introspección: “No sé reír / desde antes que el mundo / me recibiera, / desde que fueron pisoteados mis huesos, / míos y del mundo (…)”; o en personajes de su narrativa arrojados a su existencia, en su libro Pláticas del Viento, así en el cuento Abyección, las cuitas que sufre su personaje “piraña”, haciéndonos recordar, además, a los hermanos protagonistas de Los gallinazos sin plumas; o de similar condición el personaje de la narración Arrepentimiento.
Los cuentos y narrativa de Sánchez Aliaga, respetan el Decálogo para cuentistas, que formularía el insigne escritor Ramón Ribeyro, quién en su precepto N° 9, norma: “En el cuento no deben haber tiempos muertos ni sobrar nada. Cada palabra es absolutamente imprescindible”. Gozando en suma de la exigencia debida en el fondo y forma de cualquier escrito que se realice, evitando caer en la tentación de la irresponsabilidad con temas insulsos e intrascendentes.
Se ha ido uno de los mejores literatos que contemporáneamente ha tenido nuestro terruño, la magia y libertad de las letras -sin duda- hará que nos reencontremos con tu “ya gigante yo” en este eterno retorno de la literatura. Hoy es cuando llegas a ser nube, viento y flauta etérea; querido profesor.
Heidegger afirmaba que el hombre es una herramienta del lenguaje; nos define la lengua, somos texto. Y la escritura en sí misma es creadora. Conforme predicaba Miguel de Unamuno, la vida es una gran tragedia, hay una gran contradicción entre nuestra voluntad y nuestra cabeza; pero elegir el sentido de la vida, saber que podemos elegir, el momento de ser conscientes, de ser posibilidad, de ser libres, solo nos la da el conocimiento, la búsqueda de la verdad, el verbo.
[Artículo publicado en la Revista Oígaste N° 10- Edición Julio 2022]