Autor: Clinton Bartolomé Añazco Vergaray
Había una vez una semillita de cacao llamada Coloradita, esta vivía en las lejanías del caluroso Balsas y estaba muy triste y temerosa por el destino que le esperaba.
—¡Amigas mías! ¡Hermanas queridas! —decía a sus compañeras, las demás semillitas— ¿Qué será de nosotras? ¿Qué nos deparará el futuro? ¿Seremos felices?
—¡Oh no! Ha llegado el momento, es la hora —gritaban muy ansiosas las semillas— nos vamos a Celendín “Cielo Azul del Edén”.
—¿Pero para qué? ¿Por qué? —preguntaba la Coloradita desconcertada.
Durante el trayecto de Balsas a Celendín en los cestos las semillitas venían bailando huaynos del Indio Mayta y cantaban a gran voz: “Destino que me has traído de mi tierra para acá, así como me has traído vuélveme a dejar allá, no soy de por acá, yo soy de más allá, yo soy de una provincia, yo soy de Celendín”. Coloradita, aún sorprendida, no comprendía el alboroto de sus compañeras. En eso, punnn, punnn, punnn, que salta y salta una semillita, la más chiquita y le dice:
—¡No seas tontita!, ¡tontita!, ¡tontita!… ¿qué? ¿aún no sabes? Hemos sido elegidas para ir a la mejor fiesta patronal del mundo, para hacer disfrutar con nuestro rico sabor al pueblo shilico, todas nuestras hermanas que nos dejaron ya pasaron por esto, ahora nos toca a nosotras. Pero como siempre tenemos que cumplir un gran reto…, solo así y de esta manera, todas juntas seguiremos formando el mejor chocolate del mundo; y para ello, nuestro aliado, el único que nos puede ayudar, es nuestro galante, asombroso, hermosísimo y blanco sombrerito de paja toquilla.
—¡Oh! ¡Qué alegría! ¡Qué felicidad! Es estupendo —gritaba Coloradita, muy contenta, emocionada, ya que ella por fin sabía el gran futuro que le esperaba.
Ya en Celendín Coloradita intrigada fue la que rápidamente se contactó con el sombrerito “El Shiliquito” para preguntarle sobre cuál era el gran reto. Este, muy brillante y contento por el sol que le daba, le dijo: “Cuando te conviertas en chocolate, el día 16 de julio a las 5 am tienes que conquistar el santo paladar de nuestra patrona la “Virgencita del Carmen” y una vez que hayan logrado el reto, no te preocupes que yo, con la bendición de nuestra madrecita santa, iré de cabeza en cabeza, contando que nuestra patrona degustó el mejor chocolate del mundo. Y así fue. Coloradita junto a sus hermanas se prepararon y fueron convertidas en chocolate por las manos trabajadoras de los celendinos.
—Nuestro momento ha llegado, es la hora —dijo el chocolate a sus hermanas— hoy es el gran día.
Este, muy contento y nervioso, llegó a la iglesia matriz para despertar a la virgencita con cuetes y bandas. Ella, muy contenta, saboreó el chocolate espumante y calientito del cántaro de barro. Entonces, el suspenso llegó. Después de unos segundos exclamó: —¡Que delicia, muy rico, tiene un sabor exquisito! Este chocolatito, está mejor que del año pasado.
Ya muy satisfecha la virgencita dijo: —Ahora sí, vayamos a recorrer el “tablero de ajedrez” de mi hermoso Celendín. Colóquenme como siempre mi ‘Shiliquito’ para protegerme de los rayos del sol. —Y fue así que durante la procesión la Coloradita fue cautivando paladar en paladar—.
Pues como ya es tradición El Shiliquito durante todo el año viaja por el mundo contando que la Coloradita y sus hermanas forman el mejor chocolate del mundo y para degustarlo solo tienes que venir cada mes de julio a Celendín; de paso, también participas de todas las fiestas, tradiciones y costumbres de este mágico lugar. Es por eso que el sombrerito goza y baila su danza La Guayabina festejando que el mejor chocolate del mundo es y siempre será de nuestra querida provincia de Celendín, porque siempre existirá una Coloradita para degustar.
¡Colorín colorado el cuento se ha terminado!
[Artículo publicado en la Revista Oígaste N° 10- Edición Julio 2022]