Por: Eco. Jesús Rafael Zegarra Chávez.

Recientemente se vio en las redes sociales una publicación que indicaba el nivel de competitividad que muestra nuestra región de Cajamarca y que a nivel nacional nos ubica en los últimos lugares. Este indicador mide el desempeño de empresas y gobiernos subnacionales, ello quiere decir, que en Cajamarca no se tiene capacidad de competir y al no tener esta capacidad, no se puede enfrentar a la competencia, ni sobrevivir (en el mercado), menos tener éxitos o logros, solo se espera pérdidas, abandonos y cierres.

Compitiendo se puede ganar, se puede perder o se puede sobrevivir. El gran reto de lo que deben enfrentar las empresas es saber contra quién competir, qué recursos existen para ello y cómo utilizarlos. No es más fuerte, quien más tiene, sino, quien mejor utiliza sus recursos. Además, deben darse las condiciones mínimas necesarias, como tener una ventaja comparativa en el lugar donde se realiza la actividad económica.

En este sentido, viendo la competitividad a nivel de Cajamarca, existe un déficit de infraestructura económica y social, pues no tenemos adecuadas vías de comunicación o canales de riego, y tampoco hay una buena cobertura y calidad en los servicios de educación, salud y saneamiento básico, realidad que incide en el nivel de competitividad ya que aumenta los riesgos en la salud y deteriora la calidad de vida, reflejándose sus secuelas en las capacidades intelectuales y de producción de la población.

Adicionalmente, la competitividad se ve afectada por la baja institucionalidad que muestran las entidades del Estado, que la población no crea en ellos, dados los niveles de corrupción, falta de transparencia e ineficiencia e ineficacia en el manejo de los recursos, el grado de desarrollo técnico y tecnológico empleado en las actividades económicas productivas.

Ante este escenario lo que se muestra es una productividad baja, altos costos, menor efectividad empresarial y nula diferenciación, que debilita la ventaja competitiva empresarial en nuestra región, dando como resultado más desempleo, menores ingresos y mayor pobreza en los cajamarquinos.

¿Qué hacer? Es competencia del Gobierno Regional y Gobiernos Locales (provinciales y distritales), articular políticas de desarrollo económico, orientando recursos con el objetivo de ir reduciendo las brechas de infraestructura económica y social, priorizando y acelerando la inversión pública, que atraiga la inversión privada, que es la que genera empleo sostenible, implementando políticas de apoyo a la producción (ejecución de proyectos productivos) y de promoción a la producción (asistencia técnica, asesoramiento en cadenas productivas, cadenas de valor, gestión empresarial, acceso al crédito, etc.) a la micro y pequeña empresa, para tener un entorno más competitivo y salir de esos últimos lugares en los que injustificablemente se encuentra nuestra región, habiendo tenido las oportunidades y fortalezas, como por ejemplo haber recibido grandes cantidades de transferencias por canon minero que se multiplicó por diez en diez años y que fueron inútilmente utilizados.

[Artículo publicado en la Revista Oígaste N° 002 – Edición septiembre 2019]

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