Autor: José Pelayo Montoya Sánchez.

Cortesía: Marco Antonio Montoya León.

El 09 de septiembre de 1793 el sacerdote Manuel Thomás de Quevedo y Garro, comisionado por Miguel Antonio de Iglesias y Merino, dio posesión a los celendinos de las haciendas: Zelendín, Llanguat, Santa Catharina (Sic) y anexos; compradas de las monjas Clarizas de Trujillo el 08 de julio de 1780 por 14 010 pesos.

Dueños legales de estas tierras, los celendinos solicitaron al Rey de España Carlos IV la creación de la Villa Amalia de Zelendín; ya que cuentan con los requisitos de Ley: población urbanizada, iglesia católica, sacerdote, una Escuela de Primeras Letras y otra de Latinidad, más de seis mil habitantes; y que en esta creación se consagre a la Virgen del Carmen, Santa Patrona Espiritual de la Villa, pedido que se hizo en gratitud por haber hecho llover sobre las tierras de Zelendín, que sufrían un prolongado e intenso estiaje que desapareció las aguas de los manantiales, lagunas y ríos, las plantas se secaron, los animales morían de inanición, los suelos se partían, la gente se desesperaba.

Los auténticos celendinos, que nuestros padres hicieron bautizar como cristianos, pertenecientes a la Iglesia Católica, demostramos, con santo orgullo, amor, respeto, obediencia, fidelidad e inmensa gratitud a la Virgen del Carmen, representada por la efigie que la familia Frontón Chacón obsequió al pueblo celendino el año 1783, para rendirle culto de veneración y hacerle rogativas a fin de que haga llover y vuelva a su normalidad el medio ambiente natural de Celendín.

El 19 de diciembre de 1802 el Rey de España Carlos IV, dio la Pragmática creando la Villa Amalia de Zelendín, con las siguientes mercedes:

  1. Título de Villa.
  2. Ayuntamiento, con seis regidores, dos Alcaldes Ordinarios, un Procurador y otros cargos edilicios, nombrados por los Regidores por el tiempo de un año.
  3. Uso del Escudo de Armas, el que lo ha creado la vecindad.
  4. Reconocimiento, por Patrona Nuestra Señora del Carmen, “como lo piden más de seis mil españoles”.
  5. Dos ferias cada año: el 25 de agosto, día de San Luis; y el 04 de noviembre, día de San Carlos.

El 14 de mayo de 1809 llegó a Celendín la esperada Pragmática (había demorado 06 años, 04 meses y 25 días). La trajo el subdelegado Joaquín Miguel de Arnaco; y, bajo su presidencia, se cumplió lo dispuesto en dicho documento real.

Establecido el Cabildo los alcaldes Raymundo Pereyra y Juan de Burga Arrascue, los regidores: Juan José Pereyra, Bernardo Araujo, José Manuel de Horna, José Frontón Chacón, Bernardino Díaz y Juan Justo Zegarra; el Procurador José Texada; acordaron, entre otras actividades, celebrar las festividades de la Virgen del Carmen, para lo cual las dividieron en Fiesta Religiosa y Fiesta Taurina.

La primera, fue encomendada a las mujeres celendinas quienes deberían realizarla como se acostumbra en la Madre España: Reseña, novenas, misa de alba, vísperas, Día Central (16 de julio), colocación y octava.

La segunda, se hicieron cargo todos los integrantes del Ayuntamiento.

Ambas fiestas las hicieron con la contribución y colaboración de toda la gente, especialmente de los hacendados de Yagén, Cajén, Rambrán, Pallán, Tacarpo, Jerez, El Sauce, Guayabas, Chorobamba, La Lucma, Sáumate, Jacapa, Tahuán, Pachachaca, Piobamba, Malcat, La Pauca, etc.

Desde esta fecha, 17 de julio de 1809, la Plaza de Armas sirvió de plaza taurina hasta 1899. Desde 1900 hasta 1924, en la pampa “La Alameda”. Desde 1925 hasta 1945, en la plaza de La Feliciana (hoy Sevilla). Solo en 1946, en el barrio La Breña. Desde 1947, en la plaza La Feliciana, hasta 1988. Desde 1999 hasta el año 2002 en el hoy Coliseo Cerrado Monumental “Celendín”, debidamente adaptado para coso taurino por el alcalde provincial Prof. Adolfo Aliaga Apaéstegui. Desde el 2003 nuevamente ha pasado a la plaza de Sevilla, por disposición del alcalde provincial MV. Mauro Siles Arteaga García, por ser un ambiente amplio y fluido para movilización de todo el mundo expectante; y, para rescatar la tradición que nos han legado nuestros antepasados celendinos.

GANADO PARA LIDIA

Desde que los celendinos acordaron pedir a su Majestad, el Rey de España, la creación de la Villa Amalia de Zelendín y la consagración de la Virgen del Carmen como nueva patrona de la Villa, se propusieron comprar ganado vacuno bravío de la costa para dedicarse a la cría de vacas y toros de casta brava, que sirvan en las fiestas de la Virgen del Carmen, comprometiéndose a donar sus toros hasta 1850.

A partir del año 1851 los mayordomos del Día Central ofrecían galantemente al público tres o cuatro y hasta cinco tardes taurinas.

En el año 1900 se nombraron Mayordomos de Toros a distinguidas familias celendinas con solvencia económica. Y La Alameda empezó a ser escenario de las “Corridas de Toros”.

Desde 1960 el gobierno edilicio del profesor Aureliano Rabanal Pereyra nombró mayordomos de toros a los barrios: Del Carmen (manzanas entre la Casa de Promotores y la IE N° 83009 Sagrado Corazón de Jesús), Concepción (hoy barrio Central), Colpacucho (hoy El Rosario), Santo Domingo, Las Lagunas (hoy San Isidro), El Cumbe, La Alameda – Juan Basilio Cortegana, Ciracucho, La Feliciana (hoy Sevilla), San Carlos (entre el barrio Central y San Isidro), San Cayetano, Chacapampa, Pallac, Poyunte, Chupset, Pumarume; a las asociaciones celendinas de Lima, Huaraz, Trujillo, Cajamarca, Chiclayo, Chachapoyas.

Con el correr de los años, al no responder este sistema, se nombró, en 1966, un Comité por Resolución Municipal, al que se le asignó una partida de dinero, más los ingresos por “venta de sitios de palcos”, ranchos, sitios para puestos de venta, licencias para juegos, venta de carne de ganado de lidia, etc. Esto se hizo para que la fiesta taurina se realice con sus “recursos propios”, ofreciendo comprar ganado de casta debido a que el ganado de lidia celendino ya se iba degenerando, convirtiéndose en vacunos llamados “toros cuneros”, “ariscos”, “topadores”.

En todas las lidias de toros se contrataba toreros de fama. Quedan en la historia taurina de Celendín: Salcedo, El Vizcaíno, Chicuelo, Trueno, Lagartijo, Gaona, Zamora, Linares, Paco Céspedes, Rogelio Cervantes, El Nene, Lola de España, Rafael Puga, Rafael Jara, Antonio Rodríguez, El Tata, Palomino, Caro, Tizón, Colombo, Cadena, Villafuerte, Pato Gonzáles, Julio Da Gómez, Rafael Castañeda, Joselito Borda, Salas, Paquiro, Ronge, Rubén Prieto y otros.

Cabe indicar que en el año 2017 el Comité Taurino realizó un tremendo esfuerzo para traer al mejor torero del mundo: Andrés Roca Rey, y en el 2019 otra figura del toreo mundial se presenta en la Plaza de Toros de Sevilla, el español David Fandila Marín, más conocido como El Fandi.

Es bueno mencionar a nuestros toreros celendinos como José Bazán, apodado “Piquito” quien toreaba con el seudónimo de “Capa Verde”; a Santiago Malaver, “Colpacuchino”; Manolo Salazar, “Celendino”; Oswaldo Arrué, “El Prensa”; Segundo Aliaga Chávez, “Pestañita”. Actualmente los toreros celendinos en actividad son Willy Rodríguez “El Shilico”, Carlos Cabello “El Calo” y Amner Miguel Rojas Bazán “El Sevillano”.

Desde que se inició la primera festividad a la Virgen del Carmen se ha continuado con esta bonita costumbre. A partir del año 1970 se ha establecido un Segundo Día Central, el 29 de julio, previas vísperas, procesiones y misas, comprometiendo a los barrios: El Rosario, El Cumbe, La Alameda, San Cayetano, Sevilla, Central, El Carmen, La Breña y los demás barrios, que se han ido acoplando a tan importante celebración. Años más tarde los devotos de barrios periféricos, como Bellavista, El Milagro y Santa Rosa, solicitaron participar en esta bonita costumbre, de modo que, la imagen de la Santísima Virgen del Carmen paseaba y visitaba sus barrios celendinos. Muy poco duró esta costumbre pues el Padre Antero Mundaca prohibió sacar a la imagen a los barrios, porque aparecieron gente que en lugar de demostrar buena conducta religiosa profanaban los actos de veneración a la imagen de la Virgen.

Hoy, cada barrio acude al templo de la Virgen del Carmen, celebra sus vísperas, al día siguiente participa en la Santa Misa, según programa elaborado por la Hermandad Carmelitana.

[Artículo publicado en la Revista Oígaste N° 005 – Edición septiembre 2020]

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