Por. Marco Antonio Solís Chávarry

HUAÑAMBRA

Entre los años 100 y 500 a.C., Cajamarca cayó bajo la influencia de la cultura Chavín en sus formas de trabajo, utensilios, cerámica, ayuda mutua, canales, al mando de los curacas. Al debilitarse Chavín surgió el reino de Cuismanco, entre 1250 y 1470 d.C., gobernado por el Hatun Curaca y su Dios Catequil. Cuismanco, más tarde se denominó Caxamarca. Al sur estaba el reino de Huamachuco, al oeste Chimú, al oriente Chachapoyas y por el norte figuraba Guambos y los aguerridos Pacamoros.

  Los reinos se dividían en huarancas (mil familias cada una) y pachacas (10 mil familias). Huañambra fue parte de la pachaca Chilindrín (cultura Chocta), vecina de la de Bambamarca (aimara: pueblo en la llanura) y Caxamarca (región de las heladas). Hacia 1461 se produjo la invasión incaica y en 1532 la española, cambiando todo orden de cosas.

  Huañambra durante el coloniaje perteneció a la hacienda de La Pura y Limpia Concepción de Celendín y cuando se procedió a la linderación y tasación de la misma para su remate en 1791, junto con Quillimbash, Pilco, Molinopampa, Pariapuquio, Llanguat y Santa Catalina, pasó a pertenecer al Monasterio de Santa Clara de Trujillo. Posteriormente pasó a ser propiedad de la familia Díaz y se desmembró para anexarse a la hacienda Sendamal, que se extendía hasta el río del mismo nombre.

  Al señor cura y vicario José Cabellos, le pertenecieron:

  1. Lote Mz. 40         : Celendín
  2. Porción 50          : Chacapampa
  3. Lote paraje          : Huañambra
  4. Porción 18          : Llanguat
  5. Repartición 33     : Desde la quebrada seca hasta otra que colinda con las partes de Juan Tello con Jorge Silva y Nicolás Chávez. En Huañambra destacaron sus pertenencias como las pampas de las escuelas y lo que es el actual cementerio.

EN TORNO A SU NOMBRE:

  Se cree que Huañambra en quechua significa “niño que llora”, como derivante de los duendes de ríos vistos en luna llena.

  Resulta pues que muchos topónimos han cambiado la G por la H a través del tiempo y no hubo el cuidado necesario para escribirlos bien. Así ha ocurrido con Guacapampa, Guayobamba, etc.

EL VALLE DE LIMÓN

Las tierras que comprenden el valle Limón y otras adyacentes de la parte alta y alrededores, formaron parte de una de las más grandes haciendas de la provincia, que se extendió por el extremo este, desde la divisoria de aguas del cerro Jelij hasta el río Marañón, la quebrada de Ciprayaco por el norte y las aguas de las vertientes Limón – Utco por el sur.

Tuvo de nombre Guayabas, porque en ese entonces se producía en forma natural y abundante la fruta del guayabo. La familia que parece como dueña hasta comienzos del siglo pasado fue la pareja Timoteo Mejía y Rosa Burga, siendo su arrendatario principal y por muchos años, Oscar Merino Mejía.

  En las primeras décadas del siglo anterior tres familias celendinas compraron partes importantes de esta gran hacienda: Tomás Pérez Velásquez adquirió lo que hoy es la Lucma, Juan Abanto Zegarra el Tambo y otros anexos y Dámaso Zegarra, Bellavista, San Isidro y otros. De esta manera la otrora poderosa hacienda de Guayabas dio paso a la constitución de tres importantes latifundios que mantuvieron su base principal en las llanuras del valle, al que se empezó a conocerse como Limón, probablemente porque se producía este cítrico en cantidades regulares. Por su parte Juan Abanto extendió sus dominios y compró la hacienda de Jerez (Huasmín).

  La producción en el valle, por esa época y tales condiciones, se distinguió por estar orientada en forma mayoritaria al cultivo de trigo y caña de azúcar. El trigo se cultivó en las tierras de la familia Pérez (La Lucma) en cantidades que traspasaban las 30 000 arrobas anuales, destinado al mercado de Celendín para la elaboración del pan y en exclusividad al mercado de Trujillo. Aún se recuerda las enormes cantidades de este grano que se almacenaba en los ambientes de la vivienda de la mencionada familia. La caña de azúcar fue cultivada por las otras dos familias orientadas a la elaboración de chancaca y aguardiente.

  Esta intensa capacidad productiva cayó cuando a partir de la década del 60 comienza a ingresar al país y a nuestro medio la harina preparada de trigo proveniente de Estados Unidos y Argentina, a menos precio y para uso directo, y cuando las haciendas azucareras de la costa, a través de las nuevas vías de comunicación, ponen su producto muy cerca de los consumidores.

  Con la aplicación de la Reforma Agraria (mediados de la década del 70) los latifundios mencionados fueron afectados por esta medida, adjudicándose a los campesinos que trabajaron al interior de la administración de los mismos. En un inicio fueron 67 calificados los que asumieron y se hicieron cargo, bajo la completa y controvertida modalidad tipo propiedad comunal, Sociedad Agraria de Interés Social (SAIS), que no funcionó; procediéndose luego y en forma interna a lotizarlo, quedando pocas tierras en situación de comunales. Posteriormente, con el paso de los años y como consecuencia de la presión demográfica familiar, se vuelve a lotizar algunas propiedades, otras se venden internamente, y las de carácter comunal fueron igualmente lotizadas.

  En la actualidad el valle se presenta como un interesante y regular espacio dividido o parcelado en pequeñas y medianas propiedades, donde viven y trabajan alrededor de 300 familias.

UBICACIÓN:

  El valle del Limón se encuentra ubicado al lado este de la ciudad de Celendín, volteando los elevados cerros de Jelij y El Lanche, con dirección al puente de Chacanto (Balsas), sobre el río Marañón, abarcando terrenos de los flancos y laderas que se inician en la parte baja del macizo andino conocido como Brasilmayo con extensión a ambos costados y toda la planicie del mismo, hasta las encañadas que dan paso a la cuenca del Marañón. Limón pertenece al distrito del Utco, a una distancia de 35 Km, de la capital provincial.

[Artículo publicado en la Revista Oígaste N° 006 – Edición enero 2021]

DEJA UNA RESPUESTA

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí