Por: Ulises Linares Castañeda.
Shajaó, un trago para este Cura…
Retroceder el tiempo, es algo maravilloso, cuando se trata de la tierra en la cual el sueño y la imaginación se hace realidad, en este rinconcito que las ocurrencias son pan de cada día; como decimos, las nasherías, que significan las habilidades de geniales celendinos para pintar el mundo de gracia y alegría, a través del sobrenombre o lo que comúnmente decimos de las “chapas”, famosas y únicas y puedo decirles que en ningún lugar podrías encontrar, la calidad de el sobrenombre, pues si le preguntas al autor de tal chapa, te da hasta la increíble explicación relacionada a este gracioso apunte artístico.
Cuando recordamos el anecdotario del Padre Mundaca, se diferencia de los comentarios anteriores, pues a él nuca lo escuchaste poner algún sobrenombre o “chapa”, menos para con sus amigos, era muy respetuoso en ese trato, a la persona le llamaba por su nombre o apellido, pero lo que si complementaba era de algunas expresiones que eran sus tratos para bromear o hacer jocoso su referente. Por ejemplo, decía “cotoso”, “talegón”; “Simeón”, “cotomono”, “hombre, así es el mundo”, “incrédulo”, “cacaceno”, “cholo, cholo” y muchas expresiones que con su esforzada voz grave de macho chotano enérgicamente pronunciaba.
Recuerdo algunas expresiones como: “Lucho, Lucho… hombre, siempre enamorador y movedizo…goza hombre la vida, pero con mucho cuidado…” (Luis Zárate Rojas, un gran profesor y amigo entrañable del Padre Mundaca, a pesar de su juventud… claro en esos tiempos).
… “Otra vez te has escapado de la escuela, ya no se puede contigo Félix, la próxima mereces una cueriza talegón…” (Félix Horna, desde niño fue orientado por él y siempre procuró darle una enseñanza cristiana y muy familiar). … “Beto, tu genialidad me hace recordar mi niñez y juventud, los años ya pesan en mí, …pero todavía puedo interpretar de pies a cabeza la maravillosa Biblia… “(Beto Aliaga…, más conocido como “Chuchama” o “Chochama”, personaje increíble, un genio de la sabiduría, sus conocimientos eran impresionantes, muy amigo del Padre, lo acompañaba en sus tertulias y reuniones amicales). … “Manuelito, ya estás en una edad casamentera, a “cholo cholo” …” (Manuel Mundaca, sobrino del Padre, con quien unía una gran familiaridad, actualmente un profesional que se desarrolla en nuestra ciudad).
También viene a mi mente algunos de los relatos que hacía jocosamente el Sr. Arie Van den Broeck, personaje muy querido por los celendinos, su esposa la Sra. Esperanza, familia nuestra por parte de mis abuelos paternos. Cariñosamente se le conocía como “El Gringo Arie”, amigo muy cercano del Padre Mundaca, era un poco gracioso ver llegar a los dos adelante, a la tienda de mi tío Manuel, el Curita de talla pequeña y con una diferencia de tamaño muy evidente al lado del imponente Gringo Arie, el cual tenía aproximadamente 2 metros. Ingresando a la mano izquierda había una mesa de madera con una sobremesa de plástico azul, en la cual se sentaban a su alrededor, pero antes el Gringo, se acercaba muy gentil y respetuoso a saludarlo y brindarle un fuerte abrazo, a su amigo Don Manuelito.
Bueno el relato del propio Gringo, que escuché en una de esas reuniones, en la cual no se encontraba el Padre Mundaca y aprovechándose de esa ausencia el Grino Arie, manifestó que cierto día en una de sus frecuentes reuniones con sus amigos y el Curita, quien escuchaba atentamente sus bromas, no también pronunciadas en su castellano, por lo que en voz baja, murmuró …”Este gringo es medio talegón…”, quizás él pensó que yo no lo había escuchado, claro que eran momentos de bromas y chistes, al final nunca le dije nada… era mi gran amigo…, terminó comentando con una amplia sonrisa”. Arie Van Den Boeck, este ilustre extranjero amó a Celendín, quizá más que muchos nacidos en la amada tierra. Por ello lo consideramos como personaje ilustre de Celendín. Arie nació en Holanda en 1926, siendo sus padres los señores Van den Broeck y Post. Realizó sus estudios en su tierra natal, obteniendo en forma brillante el título de Máster en Economía. Dominaba varios idiomas como el inglés, alemán, francés, indonés y el castellano. Llegó al Perú el año 1956 para trabajar como empresario, primero en una fábrica de harina de pescado en Piura y luego postuló a la Gerencia General de la Empresa Transnacional Coca Cola Inter América, a la cual accedió de inmediato. En estos quehaceres conoció a la bella celendina Srta. Esperanza Chávez Paz, de quien se enamoró perdidamente, no sólo de su persona sino de su tierra y su familia. Con ella tuvo tres hijos: dos varones y una mujer. Y destacamos esta circunstancia, porque Arie se entregó de lleno al servicio del pueblo Celendín o, que para estar más cerca hizo construir una quinta en Santa Rosa, a donde llegaba con su entusiasmo y carisma todas las vacaciones, para pasarlo de lo lindo con sus amigos y familiares. Sus fiestas eran todo un acontecimiento social, donde hacia derroche de desbordante alegría y mano abierta para todos.
En Celendín hizo muchas obras como: consiguió la estatización de la Escuela Superior de Educación Profesional (ESEP) en 1980, hoy ISTP” Pedro Ortiz Montoya”; a la Escuela Normal regaló instrumental para el gabinete de Ciencias, que dirigía el Prof. Luis Díaz Araujo; ayudó a su inseparable amigo, el Padre Mundaca, en la construcción del Salón Parroquial con importantes donativos; obsequió un motor Honda, pequeño, a la ESEP; hizo gestiones para la construcción del Policlínico del Seguro Social Celendín; apoyó para la traída de los motores Skooda, que por mucho tiempo dieron energía eléctrica a la ciudad; para la Banda de la Virgen del Carmen de César Cruz donó muchos instrumentos musicales y muchos trabajos y apoyos, que jamás se olvidan (Esta parte de mi relato pertenece a una revista celendina).
Y al final, parte de este recuerdo es que cuando se encontraban alrededor de la mesa de Don Manuelito “Bollito”, el Gringo Arie, pedía para sus amigos Wisky, el mejor; y para él y solamente para él, su trago preferido y único… el famoso SHAJAÓ… Claro el trago, el único que fue bautizado por su gran amigo… el Curita Mundaca…
[Artículo publicado en la Revista Oígaste N° 003 – Edición diciembre 2019]