(Anónimo)
Doña Parlanchina tradición nos cuenta que el suelo de la ciudad de Celendín nace en un lugar donde en principio fue una hermosa laguna que llevaba por nombre HANANCHANCOCHA, que para la creencia de los antiguos peruanos era el espejo del “Dios Inti”, de su esposa “Quilla” y la de su prole “los Coyllus del Firmamento”.
El Apu o jefe de los Shapis o Demonios tenía envidia de esta hermosa joya y como le era imposible adueñarse de ella, quería trasladarse a su estancia que no era de este mundo; hizo varias tentativas para hacerla desaparecer, después de algún tiempo logró su diabólica intensión.
Cierta noche, con la ayuda de su numerosa legión de espíritus malos, cargó todas las nubes del firmamento y las concentró en el cielo de Celendín, haciendo una sombra como para que no pueda mirarse el Dios Inti y sus familiares, las nubes se condensaron y cayeron transformadas en espantosas lluvias, que duraron cuarenta días.
En vez de dañarles con su caudal de lágrimas, esta laguna se volvió más hermosa lo que agravó sobremanera al astro Rey y a su familia; provocando más la envidia de su enemigo que buscó otra manera de hacerla desaparecer.
Nuevamente reunió su ejército de Shapingos, los instruyó mucho tiempo y se presentó una noche cuando Quilla y los Coyllus estaban de fiesta, frente a su linda joya.
El jefe maligno y sus secuaces empezaron a beber el agua de la laguna para secarla, pero los astros fiesteros atacaron terriblemente a los glotones y fácilmente los capturaron.
Los cautivos espíritus malos, para lograr su libertad, tuvieron que humillarse ante Ama Quilla; esta complacida y tan piadosa, los dejó en libertad.
Más, el Apu olvidó muy pronto el generoso favor recibido de la diosa Quilla y por tercera vez emprendió su nueva obra malvada. Pidió auxilio al dios de los temblores, quien, con su gran poder y fuerza, sacudió por tres veces a los cerros que circundaban la laguna y al fin, derribó al más débil, al cerro de Pallac que quedaba al norte de la ciudad actual y por allí se vaciaron las aguas de HANANCHANCOCHA, dando origen al río Shururo, hoy río Celendín, el que desemboca en el río La Langa.
Al encontrar seca la laguna el Dios Inti lloró amargamente enjugando su triste llanto, dando origen al río Intiguagana (hoy Intiguatana).
Después del primer estado HANACHANCOCHA, se afirma que el segundo estado de Celendín, fue un ubérrimo prado, como consecuencia de la finada laguna, desaparecida para siempre por la erosión de estas comarcas celendinas, denominada por los naturales como HANANCHANPAMPA, que no osaron poblarla por considerarla sagrada pues pertenecía exclusivamente a su Dios Inti; y, al ocuparla temían que les venga algún castigo divino. Por ello se contentaron vivir por lugares circunvecinos; estos eran indios de talla pequeña que no lograron alcanzar una cultura halagüeña, por eso es que no se han hallado sus restos arqueológicos.
[Artículo publicado en la Revista Oígaste N° 003 – Edición diciembre 2019]