(una de las muchas recolectadas)

A la china Julia lo engañó el cholo Rogelio, le dio un hijo. El jijuna se largó a Lima y se olvidó de ella. Pasaron algunos años, sola y abandonada, solo le quedó estar al lado de sus padres: don Rogelio y doña Amalia.

Tiempo después, el cholo José, que se daba de faramalla, lo comenzó a seguir hasta que la china fue convencida por sus propuestas. Decidieron formar una familia, previa pedida de mano. Pero había un gran inconveniente. El padre de la muchacha, no aceptaba ni de cabuyas a otro jijuna, de miedo que engañen otra vez a su única hija.

Don Rogelio tenía su compadre, don Grimaldo, un hombre muy social y servicial, por lo que el cholo José no tuvo mejor idea de verlo para que apadrine la pedida de mano y sea aceptado por el padre de la china Julia.

Don Grimaldo al escuchar la petición le dijo: ¡Ah! ¿quieres mujer, ya sabrás mantener cholito?, a mi compadre le gusta trabajar, no quellaburros, pero si de verdad quieres eso nos vamos hoy mismo, y ¡so carajo! no me hagas quedar mal porque de mi compadre no se burla nadie.

Llegado el día y previa comunicación el solicitante con su padrino fueron recibidos por Don Rogelio y sin esperar más tiempo don Grimaldo, que era resuelto de huesos, le dijo: Compadre le traigo a este quellaburro, quiere que ser tu yerno dice, se ha ido a verme y te hago presente.

Don Rogelio con todas las dudas en su corazón aceptó la propuesta y dirigiéndose a José le dijo: Habrás mirau bien, mi hija tiene su pasado, no quiero que caiga en el mismo error y sea nuevamente burlada.

José, que se daba de faramalla, le contestó: No se preocupe Don Rogelio, a su hijita ya le he mirau bien, “por atrás y por delante”.

Ante tremenda respuesta don Rogelio cerró las puertas de su casa y dejó por zanjada la conversación, situación que ocasionó que el mozalbete reciba una resondrada de su padrino, quien cuestionó la forma malcriada en qué respondió el cholo José al momento de pedir la mano: ¿Cómo has podido decirle eso a mi compadre? Él refería al problema que tiene la Julia y tú le vienes con que ya lo has mirau por atrás y por adelante. ¡Tan gafo ya pue eres!

Contado por Grimaldo Ortiz, recogido por Nehemías Oyarce Abanto.

[Artículo publicado en la Revista Oígaste N° 002 – Edición septiembre 2019]

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