Por Jorge Wilson Izquierdo Cachay
Una suerte de inquietud nos asaltó al enterarnos que, para la singular y única ocasión de celebrar el Bicentenario de la Independencia Política de Celendín, en el año 2021, deberíamos abordar un tema de suyo impostergable, pero, a la vez, elusivo, producto del folclor literario de nuestra jurisdicción. Empero, dicho folclor según Paulo Carvalho, se sustenta en dos vertientes que provienen a su vez de un folclor poético y de otro narrativo. El primero constituido por el acervo de canciones, romances, parábolas, adivinanzas, consejas, etc. Es decir, por cuanto enmarca el sentimiento e inspiración poética.
En cambio, en el cuerpo o corpus del folclor narrativo, lo encontramos en los mitos, cuentos y leyendas, que responden al magno emporio de la cultura tradicional que incide en la identidad social, sea en las zonas urbanas o rurales interinfluenciándose recíprocamente. Fue dentro de estos parámetros que intentamos un acercamiento a las leyendas de que se dispone mayormente por vía oral, procesadas por los cultores interesados en que dichos materiales no se pierdan, pues tanto será también pasen al olvido.
Si se nos permite, la primera leyenda celendina podría ser precisamente, la de su origen: que en tiempos remotos fue la laguna Hananchamcocha que, por un movimiento terráqueo, se abrió paso hacia el norte dejando en su lecho una planicie en la que ahora se desenvuelve la ciudad capital. En 1916 apareció la leyenda de un cacique indígena, Sinchi Wakishawa, como de don Alfonso Peláez que la publicó después de haber pasado por otras manos. Dicha leyenda se ubica en la época expansionista del inca Pachacútec…
La primera recopilación nacional, fue hecha en 1970 por José María Arguedas, jefe de la Sección Folclor, y Francisco Izquierdo Ríos, conservador general de Educación Artística y Extensión Cultural del Ministerio de Educación en ese entonces. Dicha obra, MITOS, LEYENDAS Y CUENTOS PERUANOS, se divide en contenidos de la costa, sierra y selva, incluyendo a cuatro de la región que nos corresponde: La pampa de la culebra, El cura encantado, La ciudad destruida, y, para nuestra suerte La laguna de Shururo, Celendín.
En 1976 salió EL FOLCLOR LITERARIO DE CAJAMARCA, de Luis Iberico Mas, financiada por la dirección de Investigación y Proyección Social de la Universidad Nacional de Cajamarca. Allí figuran nuestras leyendas: El origen del Padre Eterno, Patrón de Sorochuco; la del Niño de Pumarume, la proclamación de la Virgen del Carmen, Patrona de Celendín, y una vez más La laguna de Shururo.
En DIOS CAJACHO, 1987, de Biblioteca Campesina, se da como cuento una leyenda de Cortegana (La patrona del pueblo andamaychino), y a continuación también como cuento La iglesia de Pachachaca (Miguel Iglesias). De Rambrán (Chumuch) El dios del bien y del mal, y una versión diferente de la del Niño de Pumarume. Y también en la publicación LOS SERES DEL MÁS ALLÁ, 1988, se incluyó leyendas de corte más reciente, como: El encanto de Lipiac y Condorcocha (de Oxamarca), El duende, El guacrayo y la pachaconda (de Chacapampa), El diablo y la mujer (de Lucmapampa), El perol de oro (de Huasmín) y El santo de manto negro (de Cortegana).
El año 2007, salió la segunda edición narrativa de TEMPRANÍAS MODULADAS, incluyendo las leyendas Cacho Blanco, Dos grandes voces y Pactos de sangre. Salieron después que el IPR “AMM” de Celendín, había reproducido La leyenda de la cruz, en el boletín que editaba el Prof. Bonifacio Mariñas Casahuamán. Una pequeña serie de leyendas en el artículo Así dicen, así cuentan, en la revista El Labrador N° 10 de la ASUC-Cajamarca, 2001. Algunos órganos locales o de distritos han publicado otras novedades seguramente, pero no nos han llegado todas, por lo que un antólogo debe plasmar una sola obra de dimensión provincial, en aras de lo genuino y corresponder a la hermosa denominación “Celendín, Pueblo Mágico”.
En el año 2009 del presente siglo, sale FOLCLOR VIVO DE MI PUEBLO, del Dr. Manuel Silva Rabanal, con el auspicio del Concejo Provincial de Celendín. En la sección Leyendas, aparte de las mencionadas en 1970 y 1976, aporta 14 más y no solamente del distrito capital (Leyenda de Tolón, La niña Feliciana, La virgen de Candelaria, Tayta Pancho de Chuclalás, Cristo crucificado del templo del Carmen), sino también de Chumuch (El cerro de sal, El Cristo Negro); de Huasmín (El chorro Cornelio), de Oxamarca (Choktamalque), de José Gálvez (Langascocha), de Jorge Chávez (La Virgen de Lucmapampa) y de Sucre (San Antonio de Pencas y Tayta Ishico), todo lo cual franquea un venero de leyendas que permanecían en la oralidad, esperando tinta y mano para plasmarse. Así, “Chalán”, tradición o leyenda sobre el nombre de la capital del distrito de Miguel Iglesias, emergió gracias a dos personas centenarias de aquel entonces.
Contamos pues con una impronta de imaginería, sucesos y creencias rescatables todavía. Loable labor para universidades, institutos superiores y de secundaria con que contamos, promoviendo o iniciando la recopilación en cada distrito del folclor poético o narrativo para sentir el pulso antepasado o del presente en sus propias exigencias cosmogónicas.
Hasta hoy se confunde mito, cuento y leyenda o en el afán de mejorarlos se los desvirtúa. Así en DIOS CAJACHO, aparecen como cuentos dos leyendas. La Natividad de Lucmapampa, en dos versiones distintas y así por el estilo. Lo malo es apartarse del original para un nuevo acabado que literariamente mejoraría el texto, pero no es así.
No se ha concretado el conceptuar de LEYENDA, aunque hoy se ha consensuado en el relato geohistórico con visos sobrenaturales en cuanto a vidas o situaciones extrañas, fantásticas, con localización terrenal. En toda leyenda genuina, hay un aura de grandeza cautivante y misteriosa, que equivale a decir sorprendente, a veces sin explicación como lo demostró un gran maestro de este género: Gustavo Adolfo Bécquer. STOP.
[Artículo publicado en la Revista Oígaste N° 10- Edición Julio 2022]